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Candidaturas baratas

 

Luis Carlos Ugalde

 

Tan dañino es poner la barrera muy alta para los aspirantes a candidatos independientes, como bajar demasiado el umbral. Elevar los requisitos numéricos o de procedimiento mediante las llamadas leyes antibronco hace nugatorio el derecho a ser votado sin el aval de un partido; pero reducir demasiado los requisitos abarata la figura, incentiva el oportunismo y vulnera el propósito de tener una vía de participación por fuera del sistema de partidos.

La semana pasada el presidente del Partido Acción Nacional delineó el contenido de una iniciativa que su partido presentará hoy ante el Congreso para facilitar el acceso de los ciudadanos a cargos de elección popular, a través de candidaturas independientes, con lo que se busca ampliar sus derechos y no restringirlos. Se propone reducir el número de firmas a 0.5 por ciento del padrón de votantes de la demarcación en que se compita: nacional, estatal, distrital o municipal. Actualmente el rango en el ámbito federal es de 2.0 por ciento para diputados y senadores y de uno para presidente; en muchas entidades el umbral es de 3.0 y hasta de 5.0 por ciento, dependiendo el cargo en que se compita.

La propuesta del PAN va en contra de la fortaleza de las candidaturas sin el aval de un partido político (este es el nombre apropiado). Tan malo es que no haya candidatos sin partido por la imposibilidad de lograrlo, como lo es que la boleta electoral se inunde de candidatos que, ante la facilidad de serlo, se inscriban a granel, algunos por interés genuino, otros por la fama pasajera y otros empujados por los mismos partidos para fragmentar el voto “independiente”.

Que un aspirante tenga que reunir 2.0 por ciento de la firmas de una demarcación, con el tiempo suficiente y sin el requisito absurdo de acudir en persona a la sede del instituto electoral (como es el caso en Puebla), me parece un requisito razonable y que opera como filtro para que quienes sean capaces de convocar y organizar la recopilación de firmas sean candidatos. Candidatos independientes no significa que cualquiera pueda o deba serlo, sino aquellos con las aptitudes, vocación y talento de organización comunitaria.

Tampoco creo que las condiciones para competir como independiente deban ser equitativas con las de los candidatos de partido. La fortaleza de las candidaturas independientes es justamente su diferencia frente a las de los partidos; por lo tanto, no se debe buscar equiparar las prerrogativas, aunque sí garantizar los montos erogados. Por ejemplo, la propuesta del PAN solicita que los independientes tengan acceso a tiempos de radio y televisión como si fueran partido de nueva creación, así como financiamiento público.

Dar acceso a financiamiento público presenta el riesgo de incentivar oportunismo, que es justamente la crítica de la sociedad a los partidos: que algunos de ellos son negocios familiares y que gastan mucho dinero. ¿Acaso no sería mejor que los independientes asuman el riesgo, recurran a los vecinos y, sólo en el caso de los ganadores, haya un reembolso parcial? Dar financiamiento público antes de competir, en lugar de hacerlo ex post como reembolso sólo para los ganadores, puede generar un estímulo perverso.

Tampoco parece una buena idea la posibilidad de que los candidatos independientes puedan concurrir en candidatura común con partidos políticos, incluso ya iniciada la campaña electoral, como propone la iniciativa del PAN. ¿Cuál es el sentido de que un independiente vaya apoyado por un partido, cuando eso trastoca la naturaleza de esas candidaturas? Una propuesta así podría estimular la simulación: partidos lanzando candidatos afines como independientes para luego arroparlos cuando hayan logrado concitar el apoyo popular. Pésima idea.

Finalmente la propuesta del PAN facultaría al Congreso de la Unión para establecer los requisitos para las candidaturas independientes, tanto a nivel federal como local, impidiendo así normas estatales que sean restrictivas, propuesta que me parece positiva ante el intento restrictivo que muchos congresos han mostrado en los últimos meses.

El futuro de las candidaturas independientes depende de dos factores. Por una parte, de una regulación adecuada que lejos de buscar el aplauso público visualice cómo equilibrar diversos propósitos; por otra parte, del desempeño de esos candidatos una vez en el cargo. En este tema, el impacto más relevante para catapultar o para enterrar dicha figura será el desempeño del nuevo gobernador de Nuevo León. En los próximos meses los adversarios de esta nueva vía de participación política verán en cada error de El Bronco un argumento para desacreditar la vía independiente.

Hace dos semanas firmé un desplegado para “emparejar” la cancha del juego y en contra de las llamadas leyes antibronco. Sin embargo, aunque dice que busca apuntalar la vía independiente, creo que la propuesta del PAN “desempareja” la cancha, estimula el oportunismo y abarata la figura que dice proteger. Esta iniciativa de reforma podría convertirse en el mejor camino para fragmentar el voto independiente y proteger al sistema de partidos.

@LCUgalde